Por un tiempo creía que las cosas habían cambiado, que esta vez todo iba a ser diferente. De hecho, las veces que hemos estado juntos me lo ha demostrado, tal vez, eso era lo que quería que pensase, porque, una vez más, me he dejado arrastrar por esa carita de niño bueno, esos ojitos de no haber roto un plato en su vida.
En realidad, si me paro a pensarlo fríamente, siempre lo he sabido. Me he engañado a mi misma pensando que eran sólo imaginaciones mías. Finalmente ha resultado ser que esas imaginaciones tenían más de cierto de lo que parecía.
No sé si gritarle o darle las gracias, si antes me estaba planteando algunas cosas que pueden suponer un gran cambio en mi vida, quizá su decisión (aunque él no lo sepa) me haga decantarme por el camino que creía descartado.
Así que...si durante todo este tiempo estabas jugando a un simple juego, enhorabuena, has ganado, has dado justo en la diana, me has dado donde más duele.