sábado, 5 de abril de 2008

El precio de una verdad

Las mentiras nunca son bien recibidas, nos gusta que la gente vaya con la verdad por delante. Pero, ¿cuál es el precio de una verdad?
Aún recuerdo aquel día en el que supe realmente lo que costaba una verdad, las consecuencias que acarreaba. Había sido una semana estupenda, todo iba sobre ruedas o al menos, eso creía yo. Tu llamada telefónica desató la que acabaría siendo una de las peores mañanas de mi vida. Todavía oigo aquella voz entrecortada pero aún así dulce al otro lado del hilo telefónico, no fuiste capaz de entonar las palabras con claridad al igual que tampoco podrías hacerlo minutos después. Cuando por fin estuvimos cara a cara, tu rostro hablaba por ti, nunca en tantos años me habías mirado así, nunca habíamos tenido una conversación sin tan siquiera rozarnos, pero ese día la tuvimos. Bueno realmente fue un monólogo. Llegaste me soltaste la "bomba" y te fuiste, aquellos minutos me parecieron horas y en lo único que pienso a día de hoy, es en cómo tus ojos trasmitían lastima, pero ¿por quién?, ¿por mi? o ¿era por ti?
Las cosas nunca volvieron a ser lo mismo entre nosotros, ya no solíamos hablar horas y horas como antes, todo se limitaba a un "hola ¿cómo estas?" movido por la educación, nuestros interminables cafés en el bar de la esquina habían terminado y nuestros encuentros casuales teñían el ambiente de tensión, rencor y dolor.
Por eso, aquel día, hubiese preferido la mentira que la cruda verdad.

3 comentarios:

Mara dijo...

Jo Lorena, esas verdades es verdad que duelen, pero de verdad habrías querido vivir una mentira? yo lo hice y eso duele más...

Lorena Ferrer dijo...

mara. realmente las cosas habrían sido diferentes pero las mentiras tarde o temprano se descubren así que...no se si lo habría preferido o no.

Anónimo dijo...

A veces la verdad es despertar de un sueño. La mayoría de veces sabemos o intuimos que estamos soñando, lo que hacemos es alargar el tiempo de espejismo. Pero sí, más vale pura y dura realidad. Lo palpable. Besos¡