La cosa más simple

Llevaba todo el día pensando acerca de lo que sería mi entrada de hoy, no sabía exactamente qué contar o sobre qué hablar, así que mi idea inicial era compartir uno de mis vídeos favoritos y marcharme a la cama a dormir. Pero durante la cena, mi abuela me ha traído el postre, hoy tocaban natillas, y cuando ya había devorado la primera, me ha preguntado ¿por qué no te comes otra? En ese momento me he acordado del anuncio de Natillas "¿¡Repetimos!?" o el de Petit Suisse "¡A mi me daban dos!" y me he parado a reflexionar.

En esta vida y desde pequeños nos enseñan que siempre hay dos, niño y niña, papá y mamá, hombre y mujer, blanco y negro. Incluso en la publicidad nos incitan a consumir de dos en dos como pasa con los anuncios que ya he nombrado. Luego en el colegio empiezan los trabajos y la norma es "ponerse por parejas" es decir, dos otra vez, los tríos son solo raras excepciones y consecuencia de impares desbarajustes. Poco después llega el amor, y ahí aprendemos que eso es cosa de dos, que los triángulos amorosos nunca acaban bien y las terceras personas nunca son bien recibidas. Y qué decir de la famosa frase "tres son multitud", incluso la vieja retórica ya nos avisa del fenómeno del dos.

Después de mis minutos de divagaciones, he mirado a mi abuela a los ojos y le he dicho que ¡no!, que no soy fruto del "efecto rebaño" y que aunque el anuncio diga que dos, yo me como una, aunque en clase me manden ponerme en parejas, yo tengo dos buenas amigas y juntas sumamos tres y que los viejos tópicos a veces están para romperlos.